lunes, 10 de mayo de 2010

Una cierta tendencia del cine español


Acabo de ver la costosa Ágora de Alejandro Amenábar y de leer el cómic Mis problemas con Amenábar de Jordi Costa y Darío Adanti. Transcribo un párrafo del prólogo del cómic:

"El director de Tesis responde a la definición de monstruo que formula, por ejemplo, una película como La bestia del reino de Terry Gilliam: una creación colectiva orientada a impulsar y mantener un determinado status quo. Y ese estado de la cuestión es el auténtico tema de Mis problemas con Amenábar, la forja, consagración y propagación vírica de un modelo cinematográfico basado en el simulacro de talento, la competencia técnica y la asfixia de lo dionisiaco".

No puedo dejar de pensar que el modelo aludido es el que ha guiado la realización de Ágora (como la de Los crimenes de Oxford, del otrora interesante Álex de la Iglesia). Y que el modelo no solo es estético, también es industrial: incluye lenguaje audiovisual estándar y conservador (eso sí: muy vistoso), y guiños "progres"; pero además coproducción de alto costo y versión original en inglés...

Un modelo que parecería, por último, respaldado por el Estado (en desmedro de producciones más humildes económicamente, más audaces estéticamente, y habladas en lenguas penínsulares) si reparamos en una Orden Ministerial que ha sido cuestionada desde hace meses por el colectivo Cineastas contra la Orden, pero que ha entrado en vigor de todos modos.

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