martes, 8 de septiembre de 2009

Fábula del escarabajo y las hormigas


Se sabe que las hormigas son muy laboriosas y ordenadas, se sabe que mientras unas construyen complicados túneles y galerías, otras buscan y transportan alimentos, se sabe también que mueren sin haber palpado el fuego, el aire, el aroma de sus propias vidas, y entonces se comprende que han tomado un camino inútil que se retuerce en el tanto trabajar y comer y que nunca podrán llegar al ángel; así es de absurda la vida de las hormigas; pero hay veces que el escarabajo estafilino, acaso impulsado por la nostalgia de su musgosa edad celular, se allega a una colonia y segrega un éter aromático que las hormigas liban con avidez extraordinaria y que les proporciona un extasis diabólico, es entonces cuando lo cuidan y hasta son capaces de desprenderse de su comida para alimentarlo, pero pasado un tiempo, en el límite del vicio - comida y compañía: el escarabajo; y sueño feliz: las hormigas-, mientras se desquician galerías y túneles, mientras la incubación se corroe, las hormigas, ebrias, perdidas en insólitos sueños marinos, mueren pataleando bajo el sol, y el escarabajo, de aberrante gordura, que intentó, con la entrega de lo más dulce de su cuerpo, aniquilar la soledad, encuentra sólo la muerte.

Marxista, homosexual y sibarita, Oswaldo Reynoso (Arequipa, 1931) ha sido considerado por el diario argentino Página 12 "el secreto mejor guardado de la literatura peruana". El fragmento transcrito corresponde a su libro El escarabajo y el hombre (1970)

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