miércoles, 27 de enero de 2010

Se apagó el rayo verde



No nos reponíamos aún de la muerte de Iván Zulueta, cuando recibimos la noticia de la desaparición de Eric Rohmer.

Rohmer decía de sí mismo que era un conservador y sin embargo fue uno de los más importantes cineastas de la modernidad. Defendió un cine de prosa (en la célebre polémica en Pesaro contra Pasolini) y sin embargo hizo un cine de poesía. Se le solía mirar como un cartesiano por la racional estructura de sus historias, sin embargo, bajo la sencilla superficie de sus tramas latía la pasión. Sus películas estaban repletas de diálogos y argumentaciones, pero también de sensuales imágenes (sobre todo de mujeres y paisajes). Sus “cuentos morales” como sus “comedias y proverbios” evidenciaron el conflicto entre la norma de conducta autoimpuesta y el deseo. Sus filmes conciliaron la liviandad y belleza de la forma con la densidad de los significados. Su verdadero nombre era Jean-Marie Maurice Schérer, pero adoptó el de Eric Rohmer en homenaje al barroquísimo Erich Von Stroheim y al novelista popular Sax Rohmer, creador de Fu-Manchú . Otra síntesis de contrarios.

Murió a los 89 años. Inesperadamente. Era un hombre joven.

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